Hay algo dentro de mí que no me permite aceptarme. Trato de pasar por delante del espejo sin mirarme.
No quiero observarme. ¡Estos horribles rizos sobre la cara! Pero no sólo es una cuestión física, hay algo más.
Algo mental. Como si habitara un cuerpo prestado a la fuerza, adjudicado sin ganas e incluso con maldad...